George Packer, uno de los redactores estrella de The New Yorker, es un estadounidense de pura cepa. Incluso en su vestimenta: ningún europeo atendería a los medios con zapatillas blancas de deporte, vaqueros y la típica camisa estampada que está gritando “mírame, soy guiri y estoy haciendo turismo”. Quizás por ello ha sido capaz de retratar a sus compatriotas, lograr que compartan sus miedos y sus esperanzas, y construir uno de los mayores retratos sociológicos sobre la sociedad estadounidense.
El Desmoronamiento (Debate) es una ambiciosa obra periodística que retrata el declive de EEUU a través de varios personajes que representan la cara y la cruz del malogrado sueño americano: un hijo de granjeros abanderado de la nueva economía en el Sur rural, una obrera del cinturón industrial, un miembro del círculo político de Washington y uno de los más adinerados gurús de Silicon Valley.
En el libro Packer se limita a retratar una realidad, la de un país resquebrajado, donde la desigualdad y la corrupción han acabado con gran parte del entusiasmo que caracterizó durante décadas a sus ciudadanos.
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El periodista estó en España de visita y ayer impartió una conferencia en la Fundación Rafael del Pino. Ya que su libro es totalmente descriptivo, y el análisis brilla por su ausencia, intentamos que nos ofrezca algunas claves de este colapso americano, que, nos guste o no, es también el nuestro.
PREGUNTA. En su libro parece claro que la sociedad americana se está desmoronando.
RESPUESTA. Yo no hablaría de un desmoronamiento. Es una palabra muy fuerte. El libro en inglés se titula “The Unwinding” [literalmente, “el desenrollamiento”]. Es una palabra que no se usa mucho, pero desde luego no es “desmoronamiento”, que es como se ha traducido en España. Es menos fuerte, no significa que todo se esté colapsando, significa que estamos perdidos, pero quizás encontremos una forma de levantarnos de nuevo.
R. ¿Los americanos son consciente de su situación?
R. Las encuestas demuestran que los americanos, desde hace hace bastantes años, tienen menos fe en su futuro y en el de sus hijos. La razones de este problema son la desigualdad y la corrupción. No podemos decir que vivamos en un sueño. Aunque la economía esté creciendo, y lo ha hecho en los últimos dos años, la gente no ha cambiado su visión sobre el futuro. Hay un sentimiento profundo que no cambia aunque parezca que la economía vaya bien. El país está yendo en la dirección equivocada.
“Los estadounidenses siguen pensando que con su propio esfuerzo podrán salvarse, el individualismo sigue siendo muy fuerte”
P. Excepto algunos políticos y algunos grandes empresarios nadie cree realmente en la recuperación, pero el descontento no se ha traducido en un cambio político radical, ni aquí ni en EEUU. ¿Cuánto tiempo puede aguantar un sistema basado en la mentira de una recuperación ficticia o que sólo afecta a unos pocos?
R. La realidad es que en EEUU mucha gente no vota. No sé si ocurre lo mismo en España, pero en EEUU el gran ganador de todas las elecciones es “nadie”. Esto es un claro reflejo de la falta de confianza en la política. Siempre esperamos el final, y el final nunca llega. Vamos bajando niveles. Al menos en EEUU, la gente, a pesar de las encuestas tan pesimistas, es muy reacia a tirar la toalla. Siguen pensando que con su propio esfuerzo podrán salvarse, el individualismo sigue siendo muy fuerte.
P. ¿Ha visto la película Nightcrawler? Su protagonista es una imagen esperpéntica del tipo de discurso sobre el éxito que ha triunfado en EEUU y en la mayor parte de Occidente. Puedes hacer lo que sea para tener éxito. Y si no lo tienes es porque has hecho algo mal. Si estás desempleado, claro está, es por tu culpa. ¿En qué momento abrazamos este discurso que hoy es hegemónico?
R. No he visto la película, pero sé de qué hablas. No sé que ocurrirá en España, pero en EEUU el individualismo está presente desde el principio de los tiempos. Nuestro país se fundó a partir de una revolución contra el rey, no fue una revolución de clase como en Francia. Era una revolución política contra la idea de que un líder tuviera un poder excesivo. Todos los documentos de nuestra fundación –la declaración de independencia, la Constitución, la declaración de derechos…– son filosóficos, contienen una nueva idea de cómo construir un gobierno, y la idea es limitar el poder. Siempre hemos discutido sobre cuánto debemos limitar el poder, pero no hay duda de que nacimos como nación con la idea de limitar el poder, lo que significa que el poder va al individuo. Y de ahí surgió la idea de que puedes crear tu propia vida. Somos un país de emigrantes, siempre lo hemos sido, y los emigrantes no van a un sitio esperando que les cuiden, van a un sitio para formar una nueva vida. Estas dos cosas, la idea política de nuestra revolución y y nuestra naturaleza emigrante, es una combinación poderosa que crea un individualismo que yo creo excesivo.
P. Pero EEUU también ha tenido una importante tradición espiritual. La ética estaba presente. ¿Qué ha ocurrido?
R. Tenemos nuestras filosofías nativas y una de ellas, de la que hablo en el libro, es lo que se llamaba hace un siglo mind cure [“la cura de la mente”, también conocida como New Thought, o “nuevo pensamiento”]. Esta decía que podías curarte a ti mismo si pensabas y creías en la solución. Ponía muchísima responsabilidad en manos del individuo, puedes encontrarla en Emerson, y en muchos de los falsos filósofos que abundan hoy en día.
P. ¿Cómo todos los que trabajan en el mundo del coaching?
R. Sí, y también como Oprah Winfrey, que traslada este mensaje.
P. Se ha hablado mucho de la crisis de valores que está viviendo Occidente. ¿Qué valores cree que abraza la gente cuando todo se tambalea?
R. De alguna forma estamos viviendo en una cultura basura, llena de famosos, en la que triunfa la idea del todo o nada. ¿Pero esos son realmente los valores de la gente? Creo que el peligro es que si la gente piensa que el juego está amañado, como si viviéramos en un casino, entonces elegirán otros valores que no son buenos. Pensarán que la única manera de salir adelante pasa por hacer trampa. Y enseñarán a sus hijos a hacer trampa. En cierto modo ya está ocurriendo. Quizás no en mi mundo, pero en Nueva York la gente gasta muchísimo dinero para ayudar a sus hijos a que saquen buenas notas en los test de la escuela. Profesores particulares, lecciones, academias… Todo ello para conseguir que sus hijos entren en una buena universidad. No hacíamos eso cuando yo era joven. Sólo buscaban ayuda los padres cuyos hijos tenían muchos problemas. Aquí estamos hablando de ricos que dan a sus hijos una ayuda extra que los pobres no pueden permitirse. Yo creo que es una forma de engaño. Realmente ya no creemos en la meritocracia, ahora creemos que hay que hacer trampa. Y cuando la gente pobre ve a la gente rica hacer trampa en sus impuestos, en los negocios, con sus hijos en clase, con sus hipotecas… van a hacer trampas también. Si no crees en la meritocracia, en que tu esfuerzo es suficiente, ¿qué haces? Haces trampa.
P. Da la impresión de que, al menos en Occidente, la educación va en esa dirección. En España si eras bueno podías estudiar en las mejores universidades, que eran las públicas, aunque fueras pobre. Cada vez hay menos becas y es todo más caro. ¿Va la educación camino de convertirse en un muro que separe a la gente rica de la pobre?
R. Sí. En EEUU si vas a una escuela pública de un barrio pobre recibes una mala educación. Y con una mala educación no vas a llegar a la universidad. Aunque seas bueno, quizás ni siquiera pienses en acceder a la universidad, porque crees que no es para ti. Existe una división de clase en nuestras escuelas.
P. En libro habla de Peter Thiel, el multimillonario fundador de PayPal. ¿Qué tipo de futuro imaginan él y sus amigos de Silicon Valley? ¿Realmente creen que van a ser inmortales?
R. Sí lo piensan. Thiel es una persona interesante. Disfruté mucho hablando con él. Y es el ejemplo perfecto de lo extremas que son las ideas de Silicon Valley. En cierto sentido es gente que vive en otro mundo. Están aislados. Es un mundo de fantasía, con mucho dinero y una visión radical del futuro. Para ellos todos los cambios son buenos. La palabra favorita de Silicon Valley es "disrupción"[según la RAE “ruptura brusca”, aunque en términos del valle del silicio es más una transformación radical]. Peter Thiel tiene un amigo llamado David Shacks que es también millonario y él me dijo: “vamos a disruptirlo todo, vamos a disruptir el lavado de coches”. ¿Qué sentido tiene disruptir el lavado de coches? Ellos me hablaron de Uber antes de que nadie supiera de su existencia. Querían disruptir la industria del taxi. Lo hicieron, y quizás también lo hayan hecho con la industria del lavado de coches en Silicon Valley.
P. ¿Cree que esta gente persigue algún otro objetivo que no sea ganar muchísimo dinero?
R. Sí. Para ellos esto no sólo consiste en hacer dinero, es una manera de desregularlo todo y hacer que la mano del gobierno desaparezca por completo de todas las industrias. ¿Cuál es el resultado de esto? En mi opinión las cosas no serán más accesibles, serán más exclusivas. Sólo los ricos podrán pagar por un lavado de coche o por un taxi. Sí, será todo más eficiente, pero también más caro. No habrá seguridad laboral para nadie, todo el mundo trabajará como contratista. Esa es su visión del mundo.
P. ¿Y no piensan que será un mundo injusto?
R. Thiel sí lo piensa algo. Pero no es lo normal. La mayoría de la gente en Silicon Valley está tan preocupada por encontrar el próximo pelotazo que no piensan en ello.
P. ¿No cree que son malas personas?
R. No… Conozco a algunos. Crecí en esa zona. Personalmente no son mala gente. Hay gente buena y mala como en todos sitios. En su vida privada no son deshonestas. Pero tienen una idea muy extrema de la sociedad. El libertarismo es igual de extremo que el marxismo. Creen en un sistema perfecto en el que todo se hace perfecto y todos los problemas van a resolverse.
P. ¿El desmoronamiento de Estados Unidos es también el de Europa?
R. Está claro que está pasando lo mismo en Europa, pero creo que aquí lo tenéis peor. España, Italia, Grecia… Están en una situación malísima. Francia también. Estuve este invierno y sentí que estaba congelada. En algunos campos vuestros problemas son mayores. Vuestras economías no están creciendo como la nuestra y tenéis un gran problema de emigración que nosotros hemos conseguido manejar mejor. Hemos aprendido a absorber a gente, Francia desde luego no. Además, vuestra población está envejeciendo. Pero hay un problema común: los ciudadanos ya no confían en las instituciones democráticas, ni en sus líderes, ni en los políticos, ni en los medios de comunicación, ni en los bancos, ni en las empresas… Están buscando alternativas.
La movilidad social ya no es una salida. La gente está atada al lugar en el que ha nacido
P. ¿La desigualdad no es otro problema común?
R. Sí. La riqueza se está acumulando en unas pocas manos. Y es algo que es más chocante en EEUU. Nunca hemos pensando en nosotros mismos como una sociedad de clases. Siempre las ha habido, claro, pero no lo reconocíamos. Pensábamos que todo el mundo era clase media. Cuando se pregunta a la gente si se considera de clase baja, media o alta, más del 90% dice que es de la clase media. Pero esto ya no es así. La gente se está dando cuenta de la desigualdad y de la existencia de clases. Hay clases permanentes, que se trasladan de padres a hijos. La movilidad social ya no es una salida. La gente está atada al lugar en el que ha nacido. Es un gran cambio. Quizás no es tan impactante aquí en Europa, porque ha ocurrido siempre.
P. ¿Cree que la clase media va a desaparecer?
R. No, pero va a cambiar su composición. El problema es que no tenemos una idea convincente, global, como el socialismo, que inspire a la gente para vivir y morir por ella. La gente no tiene una visión del futuro. Hay mucho resentimiento y mucha ira y los partidos populistas se aprovechan de ello. ¿Quién tiene las respuestas? ¿Las tiene Podemos?
P. Da la impresión de que el desmoronamiento de EEUU del que habla en el libro coincide con la caída de la Unión Sovíetica. ¿No cree que al perder a su némesis, y pensar que el socialismo no era una alternativa real, el capitalismo se volvió loco?
R. Creo que la caída de la Unión Soviética dejó que América fuera el gran superpoder del mundo, porque Europa no podía resolver sus problemas, como la guerra de los Balcanes. Pero eso tuvo más importancia a nivel internacional. En el interior, el cambio se produjo en los 70, cuando hubo una gran crisis económica y política, como la que vivimos hoy en día, y dimos un giro a la derecha con Reagan. Entonces llegaron la desregulación y el neoliberalismo, y es cuando empezamos a perder el norte.
P. En su libro Las raíces del fracaso americano Morris Berman explica que Jimmy Carter fue el último gran político americano que creía en una sociedad alternativa, donde el consumismo no fuera lo más importante. ¿Está de acuerdo?
R. Carter fue el último presidente que nos dijo algunas verdades incómodas en sus discursos. Dijo cosas que ningún presidente diría hoy en día, sobre todo porque perdió, y nadie quiere que le pase lo mismo. Pero en realidad Carter era igual de capitalista. Desreguló las aerolíneas, el transporte, las telecomunicaciones… No era izquierdista de ninguna manera. No pudo hacer nada, todo giró a la derecha. Obama, sin embargo, vino en un tiempo en que la gente buscaba soluciones alternativas, incluidas ciertas regulaciones. Ha hecho algunas cosas, como los cambios en el sistema de salud, la implantación de nuevas regulaciones financieras… Esto es importante. Creo que es mucho decir que América ha fracasado. Somos un país muy dinámico, donde siempre tienes la sensación de que la gente se está moviendo, está planeando cosas, tiene nuevas ideas… Y a algunas partes de EEUU les va muy bien. Yo vivo en Nueva York. Brooklyn es un maravilloso paraíso hipster. Las grandes ciudades, como Denver, Seattle, San Francisco o Austin lo están haciendo bien. Pero sólo a algunos les va bien: la gente educada, con iniciativa y recursos. Hay mucha gente a la que no le va bien: gente que tiene trabajos en fábricas, sin mucha educación. A todo estos les va fatal.
P. ¿Cómo se sostiene esto?
R. Desde luego no va a haber una revolución. Para escribir El desmoronamiento viajé a zonas muy pobres que antiguamente habían sido de clase media y mucha gente me decía que iba a haber una revolución. Pero no la ha habido. Y ahora lo peor ha pasado. En vez de una revolución hemos tenido una parálisis. Una parálisis política. No podemos hacer nada. Después de sus dos primeros años Obama no ha podido hacer nada, al menos en casa. Estamos tan divididos… Y es algo muy malo, porque el gobierno no puede solucionar los problemas.
P. No puede imaginar una revolución en EEUU. ¿Y en Europa?
R. ¿Tú puedes?
P. No una revolución violenta, pero sí un gran cambio político.
R. La democracia española es muy joven y no tiene grandes raíces. Nosotros somos un país muy joven, pero tenemos una democracia antigua. Tenemos una Constitución que hoy, quizás, está desfasada, y un Senado creado por la Constitución y que sólo sirve para bloquear cosas. La gente dice “deshagámonos de él”. Pero son instituciones que llevan tanto tiempo que nunca vamos a quitárnoslas de encima. Cambiar nuestra Constitución es muy difícil. Estamos atrapados. Nunca vamos a tener una revolución.
P. ¿No imagina ningún tipo de cambio?
R. Puedo imaginar algún cambio, pero no muy grande. Quizás un movimiento para cambiar la Constitución que permita acabar con la corrupción que genera la financiación de las campañas electorales. Los ricos y las grandes empresas dan millones y millones de dólares a los candidatos. Es una corrupción legal que el Tribunal Supremo reconoce como constitucional. Ya hay un movimiento que pide incrementar el salario mínimo. Hay algunos cambios, pero estamos tan divididos que lo que quieren unos y otros no suelen coincidir.
P. En su último libro Ralph Nader habla de la posibilidad de que políticos de izquierda y de derecha lleguen a acuerdos para ir en contra de los intereses de las grandes corporaciones. ¿Cree que es posible?
R. Hay algo de cierto en lo que dice Nader. Pero hay que entender que la izquierda y la derecha están muy divididas. Los dos creen que las empresas y el Estado luchan por hacerse con el poder y ganar dinero y esto perjudica a los ciudadanos. Pero su opinión sobre la forma en que se debe solucionar esto es totalmente distinta. La derecha dice: “aleja al Estado de las empresas”, porque está corrompiendo los negocios. La izquierda dice “aleja a las empresas del Estado”, deja que el Estado gobierne, y haga leyes para la gente, no para las empresas. Son ideas muy distintas, no existe el nirvana del que habla Nader.
P. ¿Así que no van a cambiar las cosas?
R. Seguro, pero no soy un profeta, no sé lo que va a pasar. Soy terrible pensando en el futuro. Ni si quiera puedo imaginar que va a pasar mañana.
Nota : pongo estos tres refranes para que el lector tenga cuidado con lo que lee.
Es muy facil manipular a la gente, todo el cuidado es poco.
Hay que CUESTIONARSE lo que se lee, CONTRASTARLO y luego CADA UNO DEBE LLEGAR A SUS PROPIAS CONCLUSIONES.
Es muy facil manipular a la gente, todo el cuidado es poco.
Hay que CUESTIONARSE lo que se lee, CONTRASTARLO y luego CADA UNO DEBE LLEGAR A SUS PROPIAS CONCLUSIONES.
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Publicado por cc.co2.vrf para RFP el 6/21/2015 06:00:00 a. m.