Un hombre ya maduro contrató una secretaria; mujer joven, ingeniosa, gentil y, sobre todo, muy hermosa.
Un día, mientras tomaba dictado, notó que su jefe tenía la bragueta abierta. Terminó el dictado y se dispuso a salir de la oficina cuando, antes de cerrar la puerta, dijo:
!!!!"Por cierto, señor, la puerta de su cuartel está abierta"!!!!
El hombre no entendió el comentario; no obstante, al poco rato se dió cuenta de que el cierre de sus pantalones estaba abajo. Le hizo gracia la manera en la que su secretaria se había referido al pequeño incidente y decidió aprovechar la oportunidad para coquetear un poco, por lo que la llamó a su oficina:
Dígame, señorita, cuando vio que la puerta de mi cuartel estaba abierta, por casualidad ¿no vió también a un soldado en posición de firme?
¡Oh, no! Lo único que vi fue un veterano de guerra sin fuerzas echado entre dos viejas mochilas de campaña.